Documento Final del Sinodo Amazonico

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DOCUMENTO FINAL

ASAMBLEA ESPECIAL PARA LA REGIÓN PANAMAZÓNICA

AMAZONÍA: NUEVOS CAMINOS PARA LA IGLESIA Y PARA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL

Í N D I C E

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. AMAZONÍA: DE LA ESCUCHA A LA CONVERSIÓN INTEGRAL

La voz y el canto de la Amazonía como mensaje de vida

El clamor de la tierra y el clamor de los pobres 

La Iglesia en la Región Amazónica 

Llamados a una conversión integral 

CAPITULO II. NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN PASTORAL

La Iglesia en salida misionera 

a. Iglesia samaritana, misericordiosa, solidaria 

b. Iglesia en diálogo ecuménico, interreligioso y cultural 

Iglesia misionera que sirve y acompaña a los pueblos amazónicos 

a. Iglesia con rostro indígena, campesino y afrodescendiente 

b. Iglesia con rostro migrante 

c. Iglesia con rostro joven

d. Iglesia que recorre nuevos caminos en la pastoral urbana 

e. Una espiritualidad de la escucha y el anuncio 

Nuevos caminos para la conversión pastoral

CAPITULO III. NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN CULTURAL

El rostro de Iglesia en los pueblos amazónicos 

a. Los valores culturales de los pueblos amazónicos

b. Iglesia presente y aliada de los pueblos en sus territorios

Caminos para una Iglesia inculturada  

a. La vivencia de la fe expresada en la piedad popular y la catequesis inculturada

b. El misterio de la fe reflexionado en una teología inculturada

Caminos para una Iglesia intercultural

a. El respeto a las culturas y a los derechos de los pueblos 

b. La promoción del diálogo intercultural en un mundo global 

c. Los desafíos para la salud, la educación y la comunicación 

Nuevos caminos para la conversión cultural 

CAPITULO IV. NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN ECOLÓGICA 

Hacia una ecología integral desde la encíclica Laudato si’ 

a. Amenazas contra el bioma amazónico y sus pueblos 

b. El desafío de nuevos modelos de desarrollo justo, solidario y sostenible 

Iglesia que cuida la “casa común” en la Amazonía 

a. La dimensión socio-ambiental de la evangelización 

b. Iglesia pobre, con y para los pobres desde las periferias vulnerables 

Nuevos caminos para la promoción ecológica integral 

a. Interpelación profética y mensaje de esperanza a toda la Iglesia y todo el mundo 

b. Observatorio Socio Pastoral Amazónico 

CAPITULO V. NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN SINODAL

La sinodalidad misionera en la Iglesia Amazónica 

a. La sinodalidad misionera de todo el Pueblo de Dios bajo la guía del Espíritu 

b. Espiritualidad de comunión sinodal bajo la guía del Espíritu  

c. Hacia un estilo sinodal de vivir y de obrar en la región amazónica 

Nuevos caminos para la ministerialidad eclesial 

a. Iglesia ministerial y nuevos ministerios 

b. La vida consagrada 

c. La presencia y la hora de la mujer 

d. Diaconado permanente 

e. Itinerarios de formación inculturada 

f. La Eucaristía fuente y culmen de comunión sinodal 

Nuevos caminos para la sinodalidad eclesial 

a. Estructuras sinodales regionales en la Iglesia amazónica 

b. Universidades y nuevas estructuras sinodales amazónicas 

c. Organismo Eclesial Regional Postsinodal para la región amazónica 

d. Rito para los pueblos originarios 

CONCLUSIÓN

INTRODUCCIÓN

1.             “Y dijo el que está sentado en el trono: “Mira, hago nuevas todas las cosas” Y dijo: “Escribe: ¡estas palabras son fieles y verdaderas!” (Ap 21,5)

Después de un largo camino sinodal de escucha del Pueblo de Dios en la Iglesia de la Amazonía, que inauguró el Papa Francisco en su visita a la Amazonía, 19 de enero de 2018, el Sínodo se celebró en Roma en un encuentro fraternal de 21 días en octubre 2019. El clima fue de intercambio abierto, libre y respetuoso de los obispos pastores en la Amazonía, misioneros y misioneras, laicos, laicas, y representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía. Fuimos testigos participantes en un evento eclesial marcado por la urgencia del tema que reclama abrir nuevos caminos para la Iglesia en el territorio. Se compartió un trabajo serio en un ambiente marcado por la convicción de escuchar la voz del Espíritu presente.

El Sínodo se celebró en un ambiente fraternal y orante. Varias veces las intervenciones fueron acompañadas por aplausos, cantos y todas con hondos silencios contemplativos. Fuera del aula sinodal, hubo una presencia notable de personas venidas del mundo amazónico que organizaron actos de apoyo en diferentes actividades, procesiones, como la de apertura con cantos y danzas acompañando al Santo Padre, desde la tumba de Pedro al aula sinodal. Impactó el vía crucis de los mártires de la Amazonía, además de una masiva presencia de los medios de comunicación internacional.

2.             Todos los participantes han expresado una conciencia aguda sobre la dramática situación de destrucción que afecta a la Amazonía. Esto significa la desaparición del territorio y de sus habitantes, especialmente los pueblos indígenas. La selva amazónica es un “corazón biológico” para la tierra cada vez más amenazada. Se encuentra en una carrera desenfrenada a la muerte. Requiere cambios radicales con suma urgencia, nueva dirección que permita salvarla. ¡Está comprobado científicamente que la desaparición del bioma Amazónico tendrá un impacto catastrófico para el conjunto del planeta!

3.             El caminar sinodal del Pueblo de Dios en la etapa preparatoria involucró a toda la Iglesia en el territorio, los Obispos, misioneros y misioneras, miembros de las Iglesias de otras confesiones cristianas, laicos y laicas, y muchos representantes de los pueblos indígenas, en torno del documento de consulta que inspiró al Instrumentum Laboris. Destaca la importancia de la escucha de la voz de la Amazonía, movida por el soplo mayor del Espiritu Santo en el grito de la tierra herida y sus habitantes. Se registró la participación activa de más de 87.000 personas, de las ciudades y culturas distintas, además de numerosos grupos de otros sectores eclesiales y los aportes de académicos, y organizaciones de la sociedad civil en los temas específicos centrales.

4.             La celebración del Sínodo, logró destacar la integración de la voz de la Amazonía con la voz y el sentir de los pastores participantes. Fue una nueva experiencia de escucha para discernir la voz del Espíritu que conduce a la Iglesia a nuevos caminos de presencia, evangelización y diálogo intercultural en la Amazonía. El reclamo, surgido en el proceso preparatorio, de que la Iglesia fuera aliada del mundo amazónico, fue afirmado con fuerza. La celebración finaliza con gran alegría y la esperanza de abrazar y practicar el nuevo paradigma de la ecología integral, el cuidado de la “casa común” y la defensa de la Amazonía.

CAPÍTULO I

AMAZONÍA: DE LA ESCUCHA A LA CONVERSIÓN INTEGRAL

“Me mostró luego un río de agua de vida, resplandeciente como cristal,

que sale del trono de Dios y del Cordero” (Ap 22,1)

5.                  “Cristo apunta a la Amazonía” (Pablo VI, atrib.). Él libera a todos del pecado y otorga la dignidad de los Hijos de Dios. La escucha de la Amazonía, en el espíritu propio del discípulo y a la luz de la Palabra de Dios y de la Tradición, nos empuja a una conversión profunda de nuestros esquemas y estructuras a Cristo y a su Evangelio.

La voz y el canto de la Amazonía como mensaje de vida

6.                  En la Amazonía, la vida está inserta, ligada e integrada al territorio, que como espacio físico vital y nutricio, es posibilidad, sustento y límite de la vida. La Amazonía, también llamada Panamazonía, es un extenso territorio con una población estimada en 33.600.000 habitantes, de los cuales entre 2 y 2,5 millones son indígenas. Este espacio, conformado por la cuenca del río Amazonas y todos sus tributarios, se extiende por 9 países: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Surinam y Guayana Francesa. La región amazónica es esencial para la distribución de las lluvias en las regiones de América del Sur y contribuye a los grandes movimientos de aire alrededor del planeta; en la actualidad es la segunda área más vulnerable del mundo con relación al cambio climático por la acción directa del hombre.

7.                  El agua y la tierra de esta región nutren y sustentan la naturaleza, la vida y las culturas de cientos de comunidades indígenas, campesinos, afro-descendientes, mestizos, colonos, ribereños y habitantes de los centros urbanos. El agua, fuente de vida, posee un rico significado simbólico. En la región Amazónica, el ciclo del agua es el eje conector. Conecta ecosistemas, culturas y el desarrollo del territorio.

8.                  En la región Amazónica existe una realidad pluriétnica y multicultural. Los diferentes pueblos supieron adaptarse al territorio. En el interior de cada cultura, construyeron y reconstruyeron su cosmovisión, sus signos y sus significados, y la visión de su futuro. En las culturas y pueblos indígenas conviven las prácticas antiguas y explicaciones míticas, con las tecnologías y retos modernos. Los rostros que habitan en la Amazonía son muy variados. Además de los pueblos originarios, existe un gran mestizaje nacido con el encuentro y desencuentro de los diferentes pueblos.

9.                  La búsqueda de los pueblos indígenas amazónicos de la vida en abundancia, se concreta en lo que ellos llaman el ‘buen vivir’, y que se realiza plenamente en las Bienaventurazas. Se trata de vivir en armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo, ya que hay una intercomunicación entre todo el cosmos, donde no hay excluyentes ni excluidos, y donde podamos forjar un proyecto de vida plena para todos. Tal comprensión de la vida se caracteriza por la conectividad y armonía de relaciones entre el agua, el territorio y la naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas espirituales. Para ellos, ‘buen vivir’ es comprender la centralidad del carácter relacional trascendente de los seres humanos y de la creación, y supone un ‘buen hacer’. Este modo integral se expresa en su propia manera de organizarse que parte de la familia y de la comunidad, y que abraza un uso responsable de todos los bienes de la creación. Los pueblos indígenas aspiran a lograr mejores condiciones de vida, sobre todo en salud y educación, a disfrutar del desarrollo sostenible protagonizado y discernido por ellos mismos y que mantenga la armonía con sus formas tradicionales de vida, dialogando entre la sabiduría y tecnología de sus antepasados y las nuevas adquiridas.

El clamor de la tierra y el grito de los pobres

10.              Pero, la Amazonía hoy es una hermosura herida y deformada, un lugar de dolor y violencia. Los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos. Esta única crisis socio-ambiental se reflejó en las escuchas pre-sinodales que señalaron las siguientes amenazas contra la vida: apropiación y privatización de bienes de la naturaleza, como la misma agua; las concesiones madereras legales y el ingreso de madereras ilegales; la caza y la pesca predatorias; los mega-proyectos no sostenibles (hidroeléctricas, concesiones forestales, talas masivas, monocultivos, carreteras, hidrovías, ferrocarriles y proyectos mineros y petroleros); la contaminación ocasionada por la industria extractiva y los basureros de las ciudades y, sobre todo, el cambio climático. Son amenazas reales que traen asociadas graves consecuencias sociales: enfermedades derivadas de la contaminación, el narcotráfico, los grupos armados ilegales, el alcoholismo, la violencia contra la mujer, la explotación sexual, el tráfico y trata de personas, la venta de órganos, el turismo sexual, la pérdida de la cultura originaria y de la identidad (idioma, prácticas espirituales y costumbres), la criminalización y asesinato de líderes y defensores del territorio. Detrás de todo ello están los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobernantes y de algunas autoridades indígenas. Las víctimas son los sectores más vulnerables, los niños, jóvenes, mujeres y la hermana madre tierra.

11.              La comunidad científica, por su parte, advierte de los riesgos de la deforestación, que hasta la fecha se acerca a casi el 17% del bosque amazónico total, y que amenaza la supervivencia de todo el ecosistema, poniendo en peligro la biodiversidad y cambiando el ciclo vital del agua para la supervivencia del bosque tropical. Además, la Amazonía desempeña también un papel crítico como amortiguador contra el cambio climático y proporciona invalorables y fundamentales sistemas de soporte vital relacionados con el aire, el agua, los suelos, los bosques y la biomasa. Al mismo tiempo, los expertos recuerdan que utilizando ciencia y tecnologías avanzadas para una bioeconomía innovadora de bosques en pie y de ríos que fluyen, es posible ayudar a salvar al bosque tropical, proteger los ecosistemas de la Amazonía y a los pueblos indígenas y tradicionales, y al mismo tiempo, brindar actividades económicas sostenibles.

12.              Un fenómeno para abordar son las migraciones. En la Región Amazónica, ocurren tres procesos migratorios simultáneos. En primer lugar, los casos de movilidad de grupos indígenas en territorios de circulación tradicional, separados por fronteras nacionales e internacionales. En segundo lugar, el desplazamiento forzado de pueblos indígenas, campesinos y ribereños expulsados de sus territorios, y cuyo destino final suele ser las zonas más pobres y peor urbanizadas de las ciudades. En tercer lugar, las migraciones forzadas interregionales y el fenómeno de los refugiados, que obligados a salir de sus países (entre otros, Venezuela, Haití, Cuba) deben cruzar la Amazonía como corredor migratorio.

13.              El desplazamiento de grupos indígenas expulsados de sus territorios o atraídos por el falso brillo de la cultura urbana, representa una especificidad única de los movimientos migratorios en la Amazonía. Los casos en que la movilidad de estos grupos se produce en territorios de circulación indígena tradicional, separados por fronteras nacionales e internacionales, exige atención pastoral transfronteriza capaz de comprender el derecho a la libre circulación de estos pueblos. La movilidad humana en la Amazonía revela el rostro de Jesús Cristo empobrecido y hambriento (cf. Mt 25,35), expulsado y sin hogar (cf. Lc 3,1-3), y también en la feminización de la migración que hace que miles de mujeres sean vulnerables a la trata de personas, una de las peores formas de violencia contra las mujeres y una de las violaciones más perversas de los derechos humanos. El tráfico de personas vinculado, a la migración, requiere un permanente trabajo pastoral en red.

14.              La vida de las comunidades amazónicas aún no afectadas por el influjo de la civilización occidental se refleja en la creencia y los ritos sobre el actuar de los espíritus de la divinidad, llamados de innumerables maneras, con y en el territorio, con y en relación con la naturaleza (LS 16, 91, 117, 138, 240). Reconozcamos que desde hace miles de años han cuidado su tierra, sus aguas y sus bosques, y han logrado preservarlos hasta hoy para que la humanidad pueda beneficiarse del goce de los dones gratuitos de la creación de Dios. Los nuevos caminos de la evangelización deben construirse en diálogo con estos conocimientos fundamentales en los que se manifiestan como semillas de la Palabra.

La Iglesia en la Región Amazónica

15.              La Iglesia en su proceso de escucha al clamor del territorio y del grito de los pueblos ha de hacer memoria de sus pasos. La evangelización en América Latina fue un don de la Providencia que llama a todos a la salvación en Cristo. A pesar de la colonización militar, política y cultural, y más allá de la avaricia y la ambición de los colonizadores, hubo muchos misioneros que entregaron su vida para transmitir el Evangelio. El sentido misional no sólo inspiró la formación de comunidades cristianas, sino también una legislación como las Leyes de Indias, que protegían la dignidad de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios. Tales abusos produjeron heridas en las comunidades y opacaron el mensaje de la Buena Nueva. Frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones. En el momento presente, la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su actividad profética. Además, la crisis socioambiental abre nuevas oportunidades para presentar a Cristo en toda su potencialidad liberadora y humanizadora.

16.              Una de las páginas más gloriosas de la Amazonía la han escrito los mártires. La participación de los seguidores de Jesús en su pasión, muerte y resurrección gloriosa, ha acompañado hasta el día de hoy la vida de la Iglesia, especialmente en los momentos y lugares en que ella, por causa del Evangelio de Jesús, vive en medio de una acentuada contradicción, como sucede hoy con quienes luchan valerosamente en favor de una ecología integral en la Amazonía. Este Sínodo reconoce con admiración a quienes luchan, con gran riesgo de sus propias vidas, para defender la existencia de este territorio.

Llamados a una conversión integral

17.              La escucha del clamor de la tierra y el grito de los pobres y de los pueblos de la Amazonía con los que caminamos nos llama a una verdadera conversión integral, con una vida simple y sobria, todo ello alimentado por una espiritualidad mística al estilo de San Francisco de Asís, ejemplo de conversión integral vivida con alegría y gozo cristiano (cf. LS 20-12). Una lectura orante de la Palabra de Dios nos ayudará a profundizar y descubrir los gemidos del Espíritu y nos animará en el compromiso por el cuidado de la “casa común”.

18.              Como Iglesia de discípulos misioneros suplicamos la gracia de esa conversión que “implica dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” (LS 217); una conversión personal y comunitaria que nos compromete a relacionarnos armónicamente con la obra creadora de Dios, que es la “casa común”; una conversión que promueva la creación de estructuras en armonía con el cuidado de la creación; una conversión pastoral basada en la sinodalidad, que reconozca la interacción de todo lo creado. Conversión que nos lleve a ser una Iglesia en salida que entre en el corazón de todos los pueblos amazónicos.

19.              Así, la única conversión al Evangelio vivo, que es Jesucristo, se podrá desplegar en dimensiones interconectadas para motivar la salida a las periferias existenciales, sociales y geográficas de la Amazonía. Estas dimensiones son: la pastoral, la cultural, la ecológica y la sinodal, las cuales están desarrolladas en los próximos cuatro capítulos.

CAPITULO II

NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN PASTORAL

“Quien no nace de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5)

20.              Una Iglesia misionera en salida nos exige una conversión pastoral. Para la Amazonía este caminar supone también “navegar”, por nuestros ríos, nuestros lagos, entre nuestra gente. En la Amazonía el agua nos une, no nos separa. Nuestra conversión pastoral será samaritana, en diálogo, acompañando personas con rostros concretos de indígenas, de campesinos, de afrodescendientes y migrantes, de jóvenes, de habitantes de las ciudades. Todo ello supondrá una espiritualidad de la escucha y el anuncio. Es así como caminaremos y navegaremos en este capítulo.

La Iglesia en salida misionera

21.              La Iglesia por naturaleza es misionera y tiene su origen en el “amor fontal de Dios” (AG 2). El dinamismo misionero que brota del amor de Dios se irradia, expande, desborda y se difunde en todo el universo. “Somos insertados por el bautismo en la dinámica de amor por el encuentro con Jesús que da un nuevo horizonte a la vida” (DAp 12). Este desbordamiento impulsa a la Iglesia a una conversión pastoral y nos transforma en comunidades vivas que trabajen en equipo y en red al servicio de la evangelización. La misión así comprendida no es algo optativo, una actividad de la Iglesia entre otras, sino su propia naturaleza. ¡La Iglesia es misión! «La acción misionera es el paradigma de toda la obra de la Iglesia» (EG 15). Ser discípulo misionero es algo más que cumplir tareas o que hacer cosas. Se sitúa en el orden del ser. «Jesús nos indica a nosotros, sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino que es itinerante. El cristiano es un itinerante» (Francisco, Angelus, 30/06/2019).

a. Iglesia samaritana, misericordiosa, solidaria

22.              Queremos ser una Iglesia Amazónica, samaritana, encarnada al modo en que el Hijo de Dios se encarnó: “asumió nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias” (Mt 8,17b). El que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Co 8,9), por medio de su Espíritu, exhorta a los discípulos misioneros de hoy a salir al encuentro de todos, especialmente de los pueblos originarios, los pobres, excluidos de la sociedad y los otros. Deseamos también una Iglesia magdalena, que se siente amada y reconciliada, que anuncia con gozo y convicción a Cristo crucificado y resucitado. Una Iglesia mariana que genera hijos a la fe y los educa con cariño y paciencia aprendiendo también de las riquezas de los pueblos. Queremos ser una iglesia servidora, kerigmática, educadora, inculturada en medio de los pueblos que servimos.

b. Iglesia en diálogo ecuménico, interreligioso y cultural

23.              La realidad pluriétnica, pluricultural y plurireligiosa de la Amazonía demanda una actitud de abierto diálogo, reconociendo igualmente la multiplicidad de interlocutores: los pueblos indígenas, ribereños, campesinos y afrodescendientes, las otras Iglesias cristianas y denominaciones religiosas, organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales populares, el Estado, en fin todas las personas de buena voluntad que buscan la defensa de la vida, la integridad de la creación, la paz, el bien común.

24.              En la Amazonía, “las relaciones entre católicos y pentecostales, carismáticos y evangélicos no son fáciles. La aparición repentina de nuevas comunidades, vinculada a la personalidad de algunos predicadores, contrasta fuertemente con los principios y la experiencia eclesiológica de las Iglesias históricas y puede ocultar el peligro de ser arrastrados por las ondas emocionales del momento o de encerrar la experiencia de la fe en ambientes protegidos y tranquilizadores. El hecho de que no pocos fieles católicos se sientan atraídos por estas comunidades es motivo de fricción, pero puede convertirse, por nuestra parte, en un motivo de examen personal y renovación pastoral” (Papa Francisco, 28.9.2018). El diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural debe ser asumido como camino irrenunciable de la evangelización en la Amazonía (cf. DAp 227). La Amazonía es una amalgama de credos, la mayoría cristianos. Ante dicha realidad, se nos abren caminos reales de comunión: “No bastan las manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos concretos que penetren en los espíritus y sacudan las conciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior, que es el fundamento de todo progreso en el camino del ecumenismo” (Benedicto XVI, Mensaje a los Cardenales en la Capilla Sixtina, 20/04/2005). La centralidad de la Palabra de Dios en la vida de nuestras comunidades es factor de unión y diálogo. En torno a la Palabra se pueden dar tantas acciones comunes: traducciones de la Biblia a las lenguas locales, ediciones en conjunto, difusión y distribución de la Biblia y encuentros entre teólogos y de teólogos y teólogas católicos y de diversas confesiones.

25.             En la Amazonía, el diálogo interreligioso se lleva a cabo especialmente con las religiones indígenas y los cultos afrodescendientes. Estas tradiciones merecen ser conocidas, entendidas en sus propias expresiones y en su relación con el bosque y la madre tierra. Junto con ellos, los cristianos, basados en su fe en la Palabra de Dios, se ponen en diálogo, compartiendo sus vidas, sus preocupaciones, sus luchas, sus experiencias de Dios, para profundizar mutuamente su fe y actuar juntos en defensa de la “casa común”. Para ello es necesario que las iglesias de la Amazonía desarrollen iniciativas de encuentro, estudio y diálogo con los seguidores de estas religiones. El diálogo sincero y respetuoso es el puente hacia la construcción del ‘buen vivir’. En el intercambio de dones, el Espíritu conduce cada vez más hacia la verdad y el bien (cf. EG 250).

Iglesia misionera que sirve y acompaña a los pueblos amazónicos

26.              Este Sínodo quiere ser un fuerte llamado a todos los bautizados de la Amazonía a ser discípulos misioneros. El envío a la misión es inherente al bautismo y es para todos los bautizados. Por él todos recibimos la misma dignidad de ser hijos e hijas de Dios, y ninguno puede ser excluido de la misión de Jesús a sus discípulos. “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15). De allí que creemos necesario generar un mayor impulso misionero entre las vocaciones nativas; la Amazonía debe ser evangelizada también por los amazónicos.

a. Iglesia con rostro indígena, campesino y afrodescendiente

27.              Es urgente dar a la pastoral indígena su lugar específico en la Iglesia. Partimos de realidades plurales y culturas diversas para definir, elaborar y adoptar acciones pastorales, que nos permitan desarrollar una propuesta evangelizadora en medio de las comunidades indígenas, ubicándonos dentro del marco de una pastoral indígena y de la tierra. La pastoral de los pueblos indígenas tiene una especificidad propia. Las colonizaciones motivadas por el extractivismo a través de la historia, con las diferentes corrientes migratorias, las pusieron en una situación de alta vulnerabilidad. En este contexto, como Iglesia, sigue siendo necesario crear o mantener una opción preferencial por los pueblos indígenas, en virtud de la cual tienen que establecerse y consolidarse los organismos diocesanos de pastoral indígena con una acción misionera renovada, que escuche, dialogue, esté encarnada y con una presencia permanente. La opción preferencial por los pueblos indígenas, con sus culturas, identidades e historias, nos exige aspirar a una Iglesia indígena con sacerdotes y ministros propios siempre unidos y en total comunión con la Iglesia Católica.

28.              Reconociendo la importancia de la atención que la Iglesia está llamada a prestar en la Amazonía al fenómeno de la urbanización y a los problemas y perspectivas relacionados con ella, es necesaria una referencia al mundo rural en su conjunto y a la pastoral rural en particular. Desde el punto de vista pastoral, la Iglesia debe dar respuestas al fenómeno de la despoblación del campo, con todas las consecuencias que de ello se derivan (pérdida de identidad, laicismo imperante, explotación del trabajo rural, desintegración familiar, etc.).

b. Iglesia con rostro migrante

29.              Dado su incremento y volumen, actualmente el fenómeno de las migraciones se ha convertido en un inédito reto político, social y eclesial (cf. DA, 517, a). Ante eso, muchas comunidades eclesiales, han recibido a los migrantes con mucha generosidad, recordando que: “fuí forastero y me hospedaste” (Mt 25,35). El desplazamiento forzado de familias indígenas, campesinas, afrodescendientes y ribereñas, expulsadas ​​de sus territorios por la presión sobre los mismos o por la asfixia ante la falta de oportunidades, exige una pastoral de conjunto en la periferia de los centros urbanos. Para ello será preciso crear equipos misioneros para su acompañamiento, coordinando con las parroquias y demás instituciones eclesiales y extraeclesiales las condiciones de acogida, ofreciendo liturgias inculturadas y en las lenguas de los migrantes; promoviendo espacios de intercambios culturales, favoreciendo la integración en la comunidad y en la ciudad y motivándoles en esta labor al protagonismo.

c. Iglesia con rostro joven

30.              Entre los diversos rostros de las realidades panamazónicas, destaca el de los jóvenes presentes en todo el territorio. Son jóvenes con rostros e identidades indígenas, afrodescendientes, ribereños, extractivistas, migrantes, refugiados, entre otros. Jóvenes residentes de zonas rurales y urbanas, que diariamente sueñan y buscan mejores condiciones de vida, con el profundo deseo de tener una vida plena. Jóvenes estudiantes, trabajadores y con fuerte presencia y participación en diversos espacios sociales y eclesiales. Entre la juventud amazónica, se presentan realidades tristes como pobreza, violencia, enfermedades, prostitución infantil, explotación sexual, uso y tráfico de drogas, embarazo precoz, desempleo, depresión, trata de personas, nuevas formas de esclavitud, tráfico de órganos, dificultades para acceder a la educación, salud y asistencia social. Lamentablemente, en los últimos años, ha habido un aumento significativo en el suicidio entre los jóvenes, así como el crecimiento de la población juvenil encarcelada y crímenes entre y contra los jóvenes, especialmente afrodescendientes y periféricos. Ellos viviendo en el gran territorio del Amazonas, tienen los mismos sueños y anhelos como otros jóvenes en este mundo: ser considerados, respetados, tener oportunidades de estudio, trabajo, de un futuro de esperanza. Pero viven una intensa crisis de valores, o una transición hacia otros modos de concepción de la realidad, en donde los elementos éticos están cambiando, incluso para los jóvenes indígenas. La labor de la Iglesia es la de acompañarlos para hacer frente a toda situación que destruya su identidad o dañe su autoestima.

31.              Los jóvenes también están intensamente presentes en los contextos migratorios del territorio. Una atención especial merece la realidad de los jóvenes en los centros urbanos. Cada vez más las ciudades son receptoras de todos los grupos étnicos, pueblos y problemas de la Amazonía. La Amazonía rural se está despoblando; las ciudades se enfrentan a enormes problemas de delincuencia juvenil, falta de trabajo, luchas étnicas e injusticias sociales. Aquí, en particular, la Iglesia está llamada a ser una presencia profética entre los jóvenes, ofreciéndoles un acompañamiento adecuado y una educación apropiada.

32.              En comunión con la realidad juvenil amazónica, la Iglesia proclama la Buena Nueva de Jesús a los jóvenes, el discernimiento y acompañamiento vocacional, el lugar de apreciación de la cultura e identidad local, el liderazgo juvenil, la promoción de los derechos de la juventud, el fortalecimiento de espacios creativos, innovadores y diferenciados de evangelización a través de un ministerio juvenil renovado y audaz. Una pastoral siempre en proceso, centrada en Jesucristo y su proyecto, dialógica e integral, comprometida con todas las realidades juveniles existentes en el territorio. Los jóvenes indígenas tienen un enorme potencial y participan activamente en sus comunidades y organizaciones contribuyendo como líderes y animadores, en defensa de los derechos, especialmente en el territorio, la salud y la educación. Por otro lado, son las principales víctimas de la inseguridad sobre las tierras indígenas y la ausencia de políticas públicas específicas y de calidad. La difusión del alcohol y las drogas a menudo llega a las comunidades indígenas, dañando gravemente a los jóvenes e impidiéndoles vivir en libertad para construir sus sueños y participar activamente en la comunidad.

33.              El protagonismo de los jóvenes aparece claramente en los documentos del Sínodo de los Jóvenes (160, 46) en la exhortación papal Christus Vivit (170) y en la Encíclica Laudato Sí (209). Los jóvenes quieren ser protagonistas y la Iglesia Amazónica quiere reconocerles su espacio. Quiere ser compañera a la escucha reconociendo a los jóvenes como un lugar teológico, como “profetas de esperanza”, comprometidos con el diálogo, ecológicamente sensibles y atentos a la “casa común”. Una Iglesia que acoge y camina con los jóvenes, especialmente en las periferias. Frente a esto, surgen tres urgencias: promover nuevas formas de evangelización a través de los medios sociales (Francisco, Christus Vivit 86); ayudar al joven indígena a lograr una sana interculturalidad; ayudarlos para hacer frente a la crisis de antivalores que destruye su autoestima y les hace perder su identidad.

d. Iglesia que recorre nuevos caminos en la pastoral urbana

34.              La fuerte tendencia de la humanidad a concentrarse en ciudades, se migra de las pequeñas a las más grandes, se da también en la Amazonía. Al crecimiento acelerado de las metrópolis amazónicas le acompañan la generación de periferias urbanas. A la par, se transmiten estilos de vida, formas de convivencia, lenguas y valores configurados por las metrópolis y que cada vez más se implantan tanto en las comunidades indígenas como en el resto del mundo rural. La familia en la ciudad es un lugar de síntesis entre la cultura tradicional y la moderna. Sin embargo, las familias a menudo sufren de pobreza, vivienda precaria, falta de trabajo, aumento del consumo de drogas y alcohol, discriminación y suicidio infantil. Además, en la vida familiar hay falta de diálogo entre las generaciones y las tradiciones y la lengua se pierden. Las familias también se enfrentan a nuevos problemas de salud, que requieren una educación adecuada en materia de maternidad. Los rápidos cambios actuales afectan a la familia amazónica. Así, encontramos nuevos formatos familiares: familias monoparentales bajo la responsabilidad de las mujeres, aumento de las familias separadas, uniones consensuadas y familias reunidas, disminución de los matrimonios institucionales. La ciudad es una explosión de vida, porque “Dios vive en la ciudad” (DAp 514). En ella hay ansiedades y búsquedas del sentido de la vida, conflictos, pero también solidaridad, fraternidad, deseo de bondad, verdad y justicia” (cfr. EG 71-75). Evangelizar la ciudad o la cultura urbana significa “lograr y, por así decirlo, modificar por la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores que cuentan, los centros de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida de la humanidad, que se presentan en contraste con la Palabra de Dios y el designio de salvación” (EN 19).

35.              Es necesario defender el derecho de todas las personas a la ciudad. El reivindicado derecho a la ciudad se define como el disfrute equitativo de las ciudades dentro de los principios de sostenibilidad, democracia y justicia social. No obstante, también será preciso incidir en las políticas públicas y promover iniciativas que mejoren la calidad de vida en el mundo rural evitando así su desplazamiento descontrolado.

36.              Las comunidades eclesiales de base han sido y son un don de Dios a las Iglesias locales de la Amazonía. Sin embargo, es necesario reconocer que, con el tiempo, algunas comunidades eclesiales se han asentado, debilitado o incluso desaparecido. Pero la gran mayoría sigue siendo perseverante y es el fundamento pastoral de muchas parroquias. Hoy los grandes peligros de las comunidades eclesiales provienen principalmente del secularismo, del individualismo, de la falta de dimensión social y de la ausencia de actividad misionera. Por eso, es necesario que los pastores animen en todos y cada uno de los fieles al discipulado misionero. La comunidad eclesial deberá estar presente en los espacios de participación de políticas públicas donde se articulan acciones para revitalizar la cultura, la convivencia, el ocio y la celebración. Debemos luchar para que las “favelas” y “villas miseria”, tengan asegurados los derechos básicos fundamentales; agua, energía, vivienda y promover la ciudadanía ecológica integral. Instituir el ministerio de acogida en las comunidades urbanas de la Amazonía para la solidaridad fraterna con los migrantes, refugiados, personas sin hogar y personas que han abandonado las zonas rurales.

37.              Una atención especial merece la realidad de los indígenas en los centros urbanos, pues son los más expuestos a los enormes problemas de delincuencia juvenil, falta de trabajo, luchas étnicas e injusticias sociales. Es uno de los mayores desafíos hoy en día: cada vez más ciudades son los lugares de destino de todos los grupos étnicos y pueblos de la Amazonía. Se deberá articular una pastoral indígena de la ciudad que atienda esta realidad específica.

e. Una espiritualidad de la escucha y el anuncio

38.              La acción pastoral se sustenta en una espiritualidad que se basa en la escucha de la palabra de Dios y el grito de su pueblo, para después poder anunciar con espíritu profético la buena nueva. Reconocemos que la Iglesia que escucha el clamor del Espíritu en el grito de la Amazonía puede hacer suyos los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de todos, pero especialmente de los más pobres (cf. GS 1), que son hijas e hijos predilectos de Dios. Descubrimos que las aguas caudalosas del Espíritu, semejantes a las del río Amazonas, que periódicamente se desbordan, nos conducen a esa vida sobreabundante que Dios nos ofrece para compartirla en el anuncio.

Nuevos caminos para la conversión pastoral

39.              Los equipos misioneros itinerantes en la Amazonía, van tejiendo y haciendo comunidad en el camino, ayudan a fortalecer la sinodalidad eclesial. Pueden sumar varios carismas, instituciones y congregaciones, laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes. Sumar para llegar juntos donde solos no se puede. Las giras de los misioneros que salen de su sede y pasan un tiempo visitando comunidad por comunidad y celebrando sacramentos dan pie a lo que se llama la “pastoral de visita”. Se trata de un tipo de método de pastoral que responde a las condiciones y posibilidades actuales de nuestras iglesias. Gracias a esos métodos, y por la acción del Espíritu Santo, esas comunidades han desarrollado también una rica ministerialidad que es motivo de acción de gracias.

40.              Proponemos una red itinerante que reuna los distintos esfuerzos de los equipos que acompañan y dinamizan la vida y la fe de las comunidades en la Amazonía. Los caminos de incidencia política para la transformación de la realidad deben ser discernidos con los pastores y laicos. Con miras a pasar de visitas pastorales a una presencia más permanente, las congregaciones y/o provincias de religiosos/as del mundo, que aún no están involucrados en misiones, son invitados a establecer al menos un frente misionero en cualquiera de los países amazónicos.

CAPITULO III

NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN CULTURAL

“Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros” (Jn 1,14)

41.              América Latina posee una inmensa biodiversidad y una gran diversidad cultural. En ella, la Amazonía es una tierra de bosques y de agua, de páramos y humedales, de sabanas y cordilleras, pero sobre todo tierra de innumerables pueblos, muchos de ellos milenarios, habitantes ancestrales del territorio, pueblos de perfume antiguo que continúan aromando el continente contra toda desesperanza. Nuestra conversión debe ser también cultural, hacernos al otro, aprender del otro. Estar presentes, respetar y reconocer sus valores, vivir y practicar la inculturación y la interculturalidad en nuestro anuncio de la Buena Noticia. Expresar y vivir la fe en la Amazonía es un desafío siempre haciéndose. Ella se encarna no sólo en la pastoral sino en las acciones concretas para con el otro, en la atención de la salud, en la educación, en la solidaridad y apoyo para con los más vulnerables. Quisiéramos compartir en esta sección todo ello.

El rostro de Iglesia en los pueblos amazónicos

42.              En los territorios de la Amazonía hay una realidad pluricultural que exige tener una mirada que incluya a todos y a usar expresiones que permitan identificar y vincular a todos los grupos y reflejen identidades que sean reconocidas, respetadas y promovidas tanto en la Iglesia como en la sociedad, que debe encontrar en los pueblos amazónicos un interlocutor válido para el diálogo y el encuentro. Puebla habla de los rostros que habitan en Latinoamérica y constata que, en los pueblos originarios, hay un mestizaje que ha crecido y sigue creciendo con el encuentro y desencuentros entre las diferentes culturas que hacen parte del continente. Este rostro, también de la Iglesia en la Amazonía es un rostro que se encarna en su territorio, que evangeliza y abre caminos para que los pueblos se sientan acompañados en diferentes procesos de vida evangélica. También, está presente un renovado sentido misionero por parte de los habitantes de los mismos pueblos, realizando la misión profética y samaritana de la Iglesia que debe fortalecerse con la apertura al diálogo de otras culturas. Sólo una Iglesia misionera inserta e inculturada hará surgir las iglesias particulares autóctonas, con rostro y corazón amazónicos, enraizadas en las culturas y tradiciones propias de los pueblos, unidas en la misma fe en Cristo y diversas en su manera de vivirla, expresarla y celebrarla.

a. Los valores culturales de los pueblos amazónicos

43.              En la gente de la Amazonía encontramos enseñanzas para la vida. Los pueblos originarios y los que llegaron posteriormente y forjaron su identidad en la convivencia, aportan valores culturales en los que descubrimos las semillas del Verbo. En la selva no solo la vegetación está entrelazada sosteniendo una especie a la otra, también los pueblos se interrelacionan entre sí en una red de alianzas que a todos aporta ganancia. La selva vive de las interrelaciones e interdependencias y esto ocurre en todos los ámbitos de la vida. Gracias a ello, el frágil equilibrio de la Amazonía, se mantuvo por siglos.

44.              El pensamiento de los pueblos indígenas ofrece una visión integradora de la realidad, que es capaz de comprender las múltiples conexiones existentes entre todo lo creado. Esto contrasta con la corriente dominante del pensamiento occidental que tiende a fragmentar para entender la realidad, pero no logra volver a articular el conjunto de las relaciones entre los diversos campos de conocimiento. El manejo tradicional de…

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